Ayer se inauguraba la XXIV Muestra de Cine Realizado por Mujeres, una muestra que en su edición pasada no sabía entonces que 2.500 personas acudirían a las diferentes proyecciones, ni que más de quinientas personas participarían en los coloquios con las realizadoras y las asociaciones colaboradoras, ni tampoco que su página web recibiría miles de visitas para informarse sobre la programación. Ese 16 de septiembre de 2023, la mayor certeza para la Asociación Oscense Pan y Rosas, que se estrenaba como entidad organizadora, era la importancia de mantener un proyecto ilusionante, con impacto en nuestra ciudad, de propiciar un encuentro entre mujeres del cine el público oscense, una oportunidad para ampliar nuestro conocimiento de la vida y el mundo a través de la mirada de otras mujeres con inquietudes similares o alejadas de las nuestras.

El cine realizado por mujeres no es un género en sí mismo, porque las cineastas, al igual que sus homólogos masculinos, abordan una variedad infinita de temas y estilos, con intereses, sensibilidades y enfoques individuales y heterogéneos. Hacer del cine realizado por mujeres un subgénero implicaría que todas sus obras tienen algo en común por el género de quienes las crean, lo cual es, a todas luces, una idea reductiva que ignora las complejidades de cada cineasta y los matices únicos que aporta su mirada personal. Además, refuerza la idea de que las mujeres solo pueden contar ciertos tipos de historias o de que tienen un enfoque limitado.

Las mujeres cineastas se enfrentan día a día a dificultades, incertidumbres, miedos, renuncias, consustanciales desafortunadamente a los diferentes oficios del ámbito audiovisual, en particular, y de la cultura, en general, pero agravados por su género. Son mujeres que, con valentía y jugándose mucho, asumen enormes riesgos y cargas para brindarnos al público una experiencia catártica que nos ayude a trascender de nuestras vidas, a empatizar con otras realidades, a cuestionarnos.

Cuando las mujeres participan activamente en la creación y la difusión cultural, generan modelos que seguir y refuerzan el valor de su voz en todos los ámbitos, contribuyendo así a su empoderamiento y al avance hacia la igualdad.

Durante la próxima semana vamos a poder disfrutar de trabajos en forma de largometrajes y cortometrajes, desde la ficción o el documental o sus híbridos. Vamos a escuchar las voces de sus directoras, que nos acompañarán en muchas de las proyecciones. Dialogaremos con integrantes de asociaciones y colectivos que colaboran con la Muestra aportando su conocimiento especializado y su experiencia.

Nuestra Premio Pan y Rosas de este año, la directora y guionista Paula Ortiz, no necesita muchas presentaciones. Tras iniciarse con el cortometraje, desde 2011, año en que estrenó su primer largometraje, “De tu ventana a la mía”, que ya le valió una nominación a Mejor Dirección Novel en los Goya, pasando por su segundo trabajo, “La novia”,ganador de 2 Goyas de sus 12 nominaciones, por los largometrajes “Al otro lado del río y entre los árboles”, película que se vería al finalizar el acto, y “Teresa”, y culminando, por el momento, con “La Virgen roja”, cuyo estreno tendrá lugar el próximo fin de semana en el Festival de Cine de San Sebastián, Paula ha sabido dotar a todos sus trabajos de un sello autoral claramente reconocible que nos conmueve e interpela.

Fotografías de Manuela Roig

La premiada trás la entrega del galardón por parte de María Antoñanzas, directora del Instituto Aragonés de la Mujer, hacia alusión al video homenaje transmitiendo su emoción ‘por el cariño, la dedicación y la profundidad que habéis hecho en la búsqueda de las imágenes que resumen nuestro camino, no es el mío, es el de mucha gente, y agradezco mucho como habéis intentado sacar el hilo invisible que une todo y nuestro intento de hacer del cine un trabajo en los estrictos márgenes de la dignidad y la belleza.

Seguimos ahí en la pantalla, la pantalla es un campo de batalla, es un firmamento infinito de imaginación y posibilidades donde todo lo que los hombre, las mujeres, todas, todos, podemos ser, y se refleja en los mundos posibles e imposibles. La pantalla puede hacer estallar el mundo, decía Bollaín, puede hacer estallar el universo. Que haya un tiempo que durante tantos años aquí se haya preservado, cuidado, alimentado unos días para que esas pantallas se dediquen a los relatos de las mujeres, que ni eran tantos, que gracias a espacios como este, cada vez son mas, y que efectivamente no deben ser recluidos a un pequeño cajón de cine de mujeres, sino que, lo hemos dicho muchas veces, somos la mitad del mundo, somos la mitad de la imaginación y aquí estamos.’

Daba las gracias a la Muestra de mujeres por llevar casi 25 años dando espacio, tiempo y pantalla a los relatos de mujeres, por haber trabajado tanto tiempo por esta muestra y por estas pantallas y todos estos relatos que las albergan, y a la asociación por este premio que se llama Pan y Rosas, algo altísimamente simbólico, declarándose ella una simbolista, y el recibir un premio que apela al pan y apela a las rosas. ‘Es muy bonito que haya un premio que recuerde al pan, la necesidad del pan, el pan es la vida, el pan es la supervivencia, el pan es la colectividad, el pan es el trabajo, y que recuerde las rosas, que recuerde la flor y que recuerde que estamos aquí en un acto de vuelo, de elevación y de belleza, porque la belleza nos salva, yo reivindico mucho el poder transformador de la belleza a través del arte, es una experiencia que ensancha muy fuerte, intensa y profundamente lo que somos, lo que podemos sentir, lo que nuestra existencia empequeñecida tiene y la belleza del cine y las artes la multiplican hasta lugares que desconocemos.

Gracias por el Pan y las Rosas, prometo y prometemos y el equipo en el que hablo en nombre, honrarlo. Gracias’, concluía así su discurso la cineasta.

El acto finalizaba con la breve actuación del dúo Umbeliforas, que nos hicieron partícipes de una performance musical y poesía, también al inicio de la gala, y donde no faltaron Lorca ni Santa Teresa de Jesús.