La Muestra de Cine Realizado por mujeres cerraba el viernes su vigésimo cuarta edición en el Teatro Olimpia de Huesca con la proyección del largometraje ‘Los pequeños amores’ de Celia Rico, en un acto donde la directora, fotógrafa y guionista Laura Sipán, una mujer muy vinculada a esta tierra, era la encargada de dar el discurso de clausura.

“Si tus sueños no te asustan, es que no son lo suficientemente grandes”. Me impresionan la lucidez y valentía de Ava DuVernay, una directora que ha dejado claro que el cine no es sólo un espacio para contar historias, sino también para transformarlas. Sabía lo que decía, pues fue la primera mujer afroamericana en ganar el premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cine de Sundance, en 2012, y además con su segunda película.

Con estas palabras Laura elegía empezar la noche, ‘en este hermoso teatro que tantas alegrías me ha regalado, porque nuestro sueño —el de que las mujeres ocupemos, con naturalidad, nuestros espacios en la industria del cine— sigue asustando a más de uno.’ añadía.

Pero miremos un dato: solo un 10% de las películas más taquilleras en los últimos años fueron dirigidas por mujeres. ¡Diez por ciento! Es como si en un coro de diez voces, solo una fuera de mujer. ¿Os imagináis un concierto así? Claramente descompensado. Y esto no sucede porque nos falten historias que contar, sino porque las oportunidades aún no llegan de forma justa. Y esa realidad no solo afecta a las historias que contamos, sino también a cómo las contamos.

Por suerte eso está cambiando. Lentamente, pero está cambiando. Y esta muestra, en sus casi 25 años esforzándose por darnos voz, es la mejor prueba de ello. Gracias, chicas, mujeres bravas, por vuestra generosidad de incalculable valor. Aquí sembramos y tejemos todas para que todas podamos seguir mirando y siendo vistas.

A veces pienso si en lugar de preguntarnos cuántas mujeres dirigen, no deberíamos preguntarnos por qué tantas no llegamos a hacerlo como actividad principal. La brecha de género en el cine no solo es una cuestión de números; es una cuestión de cultura, de quiénes tienen el control para narrar las historias, y de quiénes están detrás y delante de las cámaras.’

Durante su discurso, también hizo un inciso personal con un tema que le mueve personalmente y que suele quedar fuera del foco: la maternidad. ‘¿Cuántas veces hemos visto en pantalla a una madre real, completa, con todas sus contradicciones? La maternidad en el cine suele ser un personaje secundario, un tema tratado desde un estereotipo, reducido a la devoción o al sacrificio. Por suerte, en los últimos años eso está cambiando, ya hay películas que transforman esa narrativa, que nos muestran la belleza, el peso y la complejidad de ser creadoras de vida.

Porque ser madre, al igual que ser directora, es un acto de profunda creación. Y las dos cosas requieren valentía, visión, resiliencia, fortaleza, sensibilidad y mucho, mucho café. 

Yo fui madre hace tres años y, os confieso, no ha sido fácil mantenerme conectada con la industria. La conciliación sigue siendo un terreno fantasioso. La falta de apoyos y estructuras dificulta avanzar en una carrera cuando también estás criando a una pequeña vida. Y esto no es una realidad individual, es algo que compartimos muchas de nosotras. Nadie que no haya sido madre lactante en festivales o rodajes sabe de qué hablo.’

Con estas palabras aprovechaba para ‘agradecer profundamente a mis padres, que han sido un pilar incansable en estos años. A todas las abuelas y abuelos que maternan por segunda vez para que nosotras, madres profesionales, no desaparezcamos del todo. Gracias a ellos, he podido seguir soñando y creando, incluso cuando las circunstancias eran más difíciles. Su apoyo me ha recordado que no estamos solas en este camino. Y que, aunque el reto sea grande, nuestra capacidad de seguir adelante es aún mayor.’

Para acabar, nos recordó que ‘el cine no es solo entretenimiento, es industria y es también un altavoz potentísimo. Y cuando las historias nos señalan, nosotras, desde nuestras butacas, podemos vernos, por fin, reflejadas. Y esa visibilidad importa, porque si no nos vemos en pantalla, es como si no existiéramos en la cultura. Cada película dirigida por una mujer, cada historia que incluye nuestras voces y experiencias, es un paso más hacia un cine que no solo nos representa, sino que además nos transforma, invitándonos a imaginar nuevas posibilidades.’

El broche de oro lo pondría ‘Los pequeños amores’, que como bien había comentado más de una vez su directora, Celia Rico, “hay historias que parecen diminutas, pero dentro de ellas late una gran vida”. Además una bonita coincidencia hizo que estuviera presente en el teatro la oscense Carmen Arbués, encargada de maquillaje y peluquería en este largometraje, y que pudo añadir unas palabras en representación del equipo antes de comenzar la proyección.

Como final, Chus Fenero, presidenta de la Asociación Oscense Pan y Rosas, agradecía la asistencia y participación del público en las proyecciones y actividades durante estos días, a colaboradores, equipo voluntario, y como patrocinadores al Instituto Aragonés de la Mujer, Diputación Provincial de Huesca y Ayuntamiento de Huesca